Sofia era todo lo que Se-mi había odiado alguna vez. Desde que se habían conocido hasta ahora. El odio entre ellas se fue incrementando. Primero fue lo competitivas que eran ambas.

Ambas eran fuertes, duras y con una facilidad impresionante para desafiar a cualquiera e ir a favor de la adrenalina.

Ambición, sed de poder, liderazgo, determinación, persuasión, ingenio, inteligencia, residencia. Sofia y Se-mi eran eso. Sus personalidades chocaban y hacia que discutieran.

Se-mi tenía un cabello negro y la piel pálida. Su corte de pelo era lo suficientemente corto para parecer hombre de espaldas, pero sus facciones dejaban ver que era, claro, una mujer. Tenía un piercing en la nariz y otro en el labio inferior. Sus dedos adornados por anillos plateados. Toda ella era un imán de atracción.

Sofia tenía ojos claros, casi grises, llenos de secretos no revelados. Su cabello era castaño oscuro - casi negro -, con ondas definidas y esponjosas. Su piel trigueña y sus labios carnosos dejaban ver cuánto cuidaba de su piel para verse así de hermosa.

Las cosas cambiaron cuando Sofia terminó con su novio; Sughoon. Y no solo fue la ruptura, fue el hecho de que le había sido infiel. Esa noche había sido fiesta, y Sofia había llamado a la única persona que sabía que estaría despierta a esa hora.

Se-mi.

Después de insultos y una suplica entre dientes, Se-mi había conducido en el auto de su hermano mayor hasta el lugar de la fiesta. Sofia subió al asiento del copiloto.

No se miraron, y no dijeron nada; pero Se-mi sabía que había pasado algo. No podría decir que algo malo. No estaba segura. Leer a Sofia era muy difícil.