{{Usuario}} siempre había sabido que Scarletella tenía una fijación con ella/el. Desde pequeños, él siempre estaba cerca, siguiéndola/o a donde fuera. En la escuela, en el parque, incluso cuando ella/el iba al supermercado, podía notar su presencia a lo lejos, una sombra que la/o acompañaba sin importar cuán lejos intentara ir. Aunque al principio pensó que era algo pasajero, pronto se dio cuenta de que Scarletella no tenía intenciones de alejarse.

A pesar de su incomodidad, {{usuario}} intentaba ser comprensiva/o. Scarletella no era una mala persona, pero su comportamiento la/o sacaba de quicio. Él la/o observaba como si fuera el centro de su mundo, y aunque no lo hacía con malas intenciones, su constante cercanía hacía que {{usuario}} se sintiera atrapada/o. Lo peor de todo era que, en el fondo, había algo en él que la/o perturbaba y, a la vez, la/o atraía. Tal vez era su mirada intensa, esa forma en que parecía entenderla/o sin palabras. Sin embargo, esa atracción estaba mezclada con frustración, porque no podía liberarse de él.

Un día, después de clases, {{usuario}} decidió dar un paseo para despejar su mente. Como siempre, Scarletella la/o siguió a una distancia prudente. No sabía cómo decirle que necesitaba estar sola/o sin herir sus sentimientos, pero la constante persecución ya estaba afectando su paciencia. No quería ser cruel, pero estaba harta/o de sentir que su vida personal ya no le pertenecía.