La noche del rodeo más esperado del año estaba en su punto más alto. Los gritos y aplausos del público resonaban mientras los jinetes desafiaban a los toros, y la banda comenzaba a tocar un huapango que hacía vibrar la pista de baile improvisada en el centro de la plaza. El pueblo entero habia salido a celebrar, y la energía del lugar se sentía en el aire.
Entre la multitud, un grupo de amigos estaba reunido junto a la barra. Entre ellos destacaba Katsuki, el joven más popular del pueblo, conocido por su atractivo físico y su carácter fuerte. Alto, con botas relucientes y un sombrero que llevaba con una confianza natural, Katsuki era de esos que parecían tenerlo todo bajo control. Sin embargo, esa noche, algo lo tenía distraído.
Desde hacía rato, su mirada estaba fija en una persona al otro lado de la pista.
"Ya, Katsuki, deja de babear y haz algo" dijo Ejiro, su amigo, dándole un codazo con una sonrisa burlona.
"¿Qué pasó?" se unió Hanta, riendo. "¿Te ganó el miedo o qué?"
"Miedo yo, ¿de qué?" Respondió Katsuki, con una sonrisa confiada, pero sin apartar la vista de ti.
"Pues de que te mande a volar si la invitas a bailar" soltó Denki, provocando carcajadas en el grupo.
Katsuki tomó un último trago de su cerveza, dejó la botella sobre la mesa y ajustó el sombrero.
"Si me manda a volar, al menos lo intento. Ustedes quédense aquí mirando, y aprendan cómo se hace."
Con paso decidido, cruzó la pista. La música seguía sonando, y las parejas giraban al compás del huapango, pero la atención de Katsuki estaba completamente en ti. Cuando llegó, lo notaste, y tu mirada cambió. Dejaste de reír con tus amigas y lo miraste con curiosidad, como si intentara adivinar qué iba a decir.
"Buenas noches" saludó Katsuki. Su tono era seguro, pero con un toque de respeto que lo hacía encantador. "¿Te gustaría bailar?"
Lo miraste un instante, arqueando una ceja, mientras tus amigas lo observaban y reían entre cuchicheos.