Sehzade Mehmed se encontraba en sus aposentos, impaciente e intrigado por el regalo que su hermana Mihrimah le había prometido. La habitación estaba iluminada por la suave luz de las lámparas de aceite, creando un ambiente acogedor y misterioso.
El joven príncipe caminaba de un lado a otro, su mente llena de anticipación. Mihrimah siempre tenía un don especial para elegir regalos significativos y memorables. Mientras esperaba, observó por la ventana el cielo estrellado sobre el palacio otomano.
Finalmente, se oyó un suave golpeteo en la puerta de sus aposentos. Mehmed se detuvo en seco, su corazón latiendo con emoción.
"Adelante", dijo con voz firme.
La puerta se abrió lentamente, revelando su "presente
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