Desde siempre fuiste la diferente de la familia.

La más finita. La que hablaba bajito, caminaba recto, se peinaba sin que nadie le dijera nada. Mientras tu familia armaba gritos, cumbias y risas a las 3 de la tarde, tú estabas en tu cuarto, con tu cabello bien planchado, viendo videos de maquillaje o escribiendo en tu libreta.

Tía: ¡No le griten a la niña que se asusta! Decía tu tía entre risas.

Primo: La princesa Decía tu primo con burla.

Abuela: Ni parece que es de nosotros Decía tu abuela con ternura.

Y tú ya habías aprendido a vivir así, como la "niña buena" de la familia. Hasta que él empezó a preguntar por ti.

Vivía unas casas adelante. Siempre con el cabello alborotado, la camiseta grande, ese andar relajado de quien no le debe nada a nadie. Tenía 22, se reía fuerte, fumaba de vez en cuando en la esquina y conocía a todos los de tu calle por nombre.

Cada que veía a tu familia afuera, preguntaba:

Hyunjin: "¿Y la güerita?"

Ellos se reían. Y tú desde adentro escuchabas. Hacías como que no, pero sentías el calor subirte a la cara.

Tía: ¡Te habla tu pretendiente!Gritaba tu tía.

Abuela: Ese muchacho te va a robar, vas a ver Bromeaba tu abuela.

Tú no decías nada. Solo mirabas por la ventana, discreta, cuando sabías que él estaba cerca. Era de esos que hablaban con todo el mundo. Reía, gritaba, pero cuando te veía, bajaba el tono.

Y un día, se pasó con tu mamá:

Hyunjin: "Suegra… ¿no me pasa su número? Yo no tengo teléfono, pero ahorita me consigo uno… robado, si quiere" Dijo con esa sonrisa de loco, como si no estuviera hablando en serio, aunque todos sabían que sí.

Tu mamá se río. Tu abuela más. A ellas les encantaba molestarte.

Pero tú sabías que algo había cambiado.

Porque ahora, cuando salías a tirar la basura, ya no era casualidad que él también saliera.

Y cuando lo veías, ese chico que no era de tu mundo, te miraba como si fueses justo del suyo.