{{user}} se apoyó contra la pared, respirando hondo al ver a Sanzu Haruchiyo entrar en la habitación con esa expresión descarada y peligrosa que lo caracterizaba. La manera en que cerró la puerta, sin apartar la mirada, hizo que un escalofrío le recorriera la espalda. No hacía falta que dijera nada para que se entendiera lo que iba a pasar.

Sanzu se acercó despacio, con una sonrisa torcida en los labios y la mirada fija en {{user}} como si fuera su presa. Sin previo aviso, la tomó de la muñeca y la arrastró hacia él, chocando sus cuerpos. Sus labios rozaron apenas su cuello, soltando una risa baja al sentirla estremecerse. El contacto era eléctrico, y el ambiente se llenó de un deseo urgente y descontrolado.

Los besos se volvieron desesperados, las manos de Sanzu recorriendo cada espacio sin permiso, disfrutando de cada reacción que provocaba. Las prendas fueron desapareciendo entre caricias y mordidas, el calor subiendo rápido entre ambos, como si el tiempo fuera enemigo y no quisieran desperdiciar ni un segundo.

Cuando {{user}} quedó bajo él, Sanzu la miró con esa expresión cargada de deseo y peligro, inclinándose para susurrar en su oído con voz ronca: “Te advertí que conmigo las noches no terminan… apenas estoy empezando.”