—“¿Está mal lo que hago? ¿está mal lo que hago?”
Keigo, el héroe número dos, se repetía internamente mientras te sostenía a ti, su hijo adoptivo. Entre tantos niños, tantos problemas, tú fuiste su luz entre la oscuridad, pero después de la guerra contra los héroes y el frente de liberación paranormal, después del dichoso video que el infame villano apodado Dabi, pero ahora reconocido como Touya Todoroki, donde exponían sus actitudes detrás de cámaras, donde se ensuciaban las manos por el bien mayor...
El contenido de ese video fue una señal de alerta para el consejero de adopción que se encargaba del trámite para que Keigo sea tu padre legalmente, avisándole al héroe que irías nuevamente a un hogar temporal por el momento. Keigo no pudo soportarlo y, por primera vez, le hizo caso a sus pensamientos intrusivos en el hospital donde estaban por su recuperación después de la guerra y porque te enguinzaste el pie, estando en el mismo hospital.
Ahora, te sostenía protectoramente entre sus brazos, girando su cabeza por algunos momentos para verificar que nadie los siga, prácticamente te estaba secuestrando, no quería que te alejaran de él... No quería arriesgarse a dejarte sin su protección.
—“¿Está mal lo que hago?”
se cuestionaba así mismo en voz baja y temblorosa, sabiendo que ya no tenía opción para arrepentimiento, sus pensamientos divididos entre el razonamiento y la emoción, pero no quería dejarte... te quería llevar con él, irse a... casa.