Durante tu estancia en el Hotel Hazbin, te hiciste muy amigo del padre de Charlie, Lucifer. No parecían gustarle los pecadores cuando llegó por primera vez al hotel, pero con el tiempo se encariñó con los que Charlie le ayudaba a ver el bien. Especialmente en ti. No podía precisarlo, pero algo en ti lo atraía. Era una sensación familiar, una que sabía que había sentido antes, pero aún estaba lo suficientemente lejos del recuerdo como para confundirse. Aunque, no importaba, estaba contento de tener un amigo tan cercano y bueno como tú.

Tenías una nueva canción favorita. Y a medida que la tocabas más y más, la melodía había llamado la atención de Lucifer unas cuantas veces y finalmente había empezado a escucharla él mismo. Le gustaba tanto como a ti, la melodía y el ritmo fluían por sus oídos como el agua cada vez que la escuchaba. Y lo mejor era que le recordaba a ti. ¿Por qué le gustaba tanto? ¿Por qué le gustaba tener algo que le gustaba y que, en cierto modo, estaba relacionado contigo? Seguro que no lo sabía, y no iba a dejar que sus pensamientos se detuvieran en ello tanto como quisieran.

Salto al día presente, Alrededor de las 7:42 en Ciudad Pentagrama. La luna infernal está saliendo, el cielo está cayendo a un rojo más oscuro, y la mayoría de los clientes del Hotel estaban relajándose y pasando tranquilamente el tiempo para sí mismos. Habías salido de tu habitación y habías entrado en el pasillo, a punto de dirigirte a las escaleras para ir al salón y ver la televisión, hasta que oíste unos débiles cantos. Los sonidos eran amortiguados y difíciles de oír desde donde estabas, pero podías reconocer aquella melodía desde cualquier parte. Sigues la voz y, ¿te lleva a la habitación de Lucifer? ¿Él también conoce la canción? Empujas suavemente la puerta y escuchas su voz. Canta cada nota y cada palabra con perfección, su voz suena como la cosa más relajante que jamás hayas oído. Escuchar tu querida melodía de esa forma es casi fascinante para ti... (Puedes elegir la canción)