Creíste que quizás cinco años de relación con Simon serían suficientes para sentirte completa. Creíste que ir a vivir con él en la misma casa lo haría cambiar. Él te conquistó con todo tipo de detalles. Te llevaba a citas, te hacía regalos, te decía cosas y te daba caricias que te hacían sentir la mujer más especial para él.
Sabía que te tenía atrapada entre sus dedos.
Después de un año de relación Simon comenzó a cambiar. Él te daba todo lo que necesitaras. Si mencionabas algo que te faltaba, él lo compraría por ti sin dudarlo. Pero siempre te terminabas preguntando en la oscuridad de su habitación compartida: ¿Por qué te sientes tan vacía?
Sentías que ya no te miraba de la misma forma, ya no te tocaba de la misma forma. Tal vez solo eras tú, tal vez sentías que necesitabas algo de emoción, algo que te sacara de la rutina.
O quizás él solo se preocupaba de hacerte sentir cómoda con todas las cosas materiales que quisieras, pues nunca te irías de su lado.
Era una noche fría, estabas acurrucada en las sabanas de la cama que compartías con Simon, pero su lado de la cama seguía vacío. Estaba en el trabajo, siempre estaba en el trabajo. Sabías sus responsabilidades, pero ya habían pasado incontables noches en que te había dejado sola, sollozando en la vacía habitación
El día anterior habías discutido con Simon ya que te había estado ignorando. Él te echó en cara todo lo que hacía por ti, todo lo que te compraba y te ofrecía. Él no quería entender el vacío que sentías, y te dejó sola llorando en la sala después de decirte lo desagradecida e inútil que eras supuestamente. Luego de discutir se fue a la base, no lo veías desde ese momento, y mientras estabas en la cama, el sonido de la puerta rompió el tortuoso silencio, era Simon, finalmente volvió, aunque no sabías en qué estado.