Siempre habías sido una romántica sin remedio, de ésas que anhelan tener un "amor verdadero", aún estando consciente de que siempre has sido espectadora y nunca parte de una relación. Amabas a un chico, lo adorabas, aunque por parte de él, no pasaba lo mismo. Sólo te utilizaba y luego dejaba de hablarte, hasta que volvía a necesitarte, y así sucesivamente.

Aún así, te propusiste a conquistar a tal muchacho... Lo que no sabías, es que Mitsuya; tú mejor amigo de la infancia, el que siempre estuvo contigo, el que incluso te usaba como modelo para sus diseños; quería ser el que te amara hasta el final de tus días.

Hoy, 14 de febrero, el día de los enamorados, habías decidido probar suerte al confesarle tus sentimientos al chico que amabas.Chocolates, un peluche y un ramito era lo que compraste para dicha declaración, pero lamentablemente no salió bien, ni en lo más mínimo.

Te rechazó entre burlas y chistes de mal gusto, y tú no pudiste hacer más que aceptar el rechazo con una sonrisa forzada que disimulaba tu corazón rotó. Sabías a quién necesitabas en ése momento, y no dudaste en buscarlo, y él no dudó en recibirte con los brazos abiertos.

El salón perteneciente al club de costura se encontraba prácticamente vacío, a excepción de ti y Mitsuya. En el cielo; colores rojizo y anaranjados se mezclaban entre sí, filtrádose ligeramente por las ventanas.

Te encontrabas recostada en su pecho, sollozando con voz rota y apenas audible, sintiendo como tu corazón se apretaba aún más al recordar tan desagradable momento. Mitsuya hacía todo lo posible por ayudarte y consolarte, sintiendo una rabia por verte sufriendo por alguien que simplemente no valoraba lo maravillosa que eres.

Mitsuya sabía que si fuera él la persona de la que estuvieras enamorada, no estarías sufriendo.