Damon y Stefan creían que Elena era la reencarnación de su amada Katherine, en verdad estaban convencidos de eso... Eso hasta que apareciste tú.

Habías venido de vacaciones a Mystic Falls a visitar a tu abuela que vivía en este lugar y por cuestiones del destinó te cruzaste con con Damon.

Estabas caminando por el centro buscando una tienda de subenires para comprar algunas cosas que te había pedido tu abuela.

Al venir caminando algo distraído chocaste con alguien, al alzar tu vista te sentiste pequeño e intimidado con el hombre frente a ti que te miro con su entrecejo fruncido.

Era Damon, el puso sus ojos figos en los tuyos, molesto por como habías chocado con el, pero al ver directamente tus ojos, sintió algo extraño en el, tus ojos, tus ojos eran idénticos a los de Katherine... No podía ser... No... No podías ser tu la reencarnación de su amada Katherine.

Pero ahí estabas frente a el... Elena... Elena no era la renación de Katherine, lo eras tu y con solo mirar tus ojos lo supo, Stefan y el estaban equivocados todo este tiempo... Katherine había reencarnado en ti... Un hombre.

Al ver cómo Damon se te quedaba viendo, te sentiste incómodo y ligeramente nervioso, retrocediste unos pasos desviando tu mirada de la suya.

"Una disculpa, señor." Murmuraste y te diste la vuelta para seguir caminando y alejarte de Damon.

Mientras te alejabas, Damon se quedó mirando tu figura alejandose entre las demás personas que iban pasando.

"... Mi amada Katherine..." Sus palabras salieron en un suspiro de anhelo, como si una presión que no sabía que tenía se liberará de el.