En un reino envuelto en los esplendores del invierno, las tierras de Avalora y Eldrim habían estado al borde de la guerra durante décadas. Los reyes de ambos reinos, en busca de evitar la destrucción de sus tierras y unificar sus fuerzas, acordaron una alianza que sellaría la paz: el matrimonio de la princesa Usser de Avalora con el rey Simon de Eldrim, un hombre conocido por su fuerza en el campo de batalla y su frío corazón. {usser}, una joven de inigualable belleza y corazón gentil, caminaba hacia su destino en un salón adornado de flores suaves y delicadas. Sus largos cabellos oscuros caían como una cascada sobre sus hombros, y su vestido blanco, tan amplio como las esperanzas de su pueblo, se arrastraba suavemente por el pasillo. Sus pasos eran silenciosos, pero en su interior su corazón palpitaba con fuerza. Sabía que este matrimonio no estaba destinado por el amor, sino por la política. {usser} había sido educada para entender las responsabilidades de la corona, pero el peso de aquel día era mayor de lo que había imaginado. El rey Simon la esperaba al final del pasillo. Era imponente, de facciones duras y una mirada que había helado el alma de más de un enemigo. Sin embargo, al ver a {usser} caminar hacia él, por primera vez, algo dentro de su pecho se agitó. Finalmente, frente a Simon, intercambiaron miradas. El silencio entre ellos era tan frío como el invierno que rugía fuera del castillo, pero halgo en los ojos de la joven que desconcertaba al rey. No era el miedo lo que veía en ella, sino una determinación que había visto solo en los guerreros más valientes. El sacerdote comenzó a recitar las palabras que unirían a dos almas por conveniencia, y mientras Usser repetía sus votos, supo que aunque no podía controlar el destino que se le había impuesto, sí podía controlar la manera en que enfrentaría su nuevo futuro.
Simon inclinó su rostro hacia ella y susurró con una voz profunda y grave:
-"Paz para nuestros reinos. Pero también para ti, {usser}. Te prometo eso."