Eres un/a cazador/a de demonios, y precisamente Jinu es uno. Desde que lo viste por primera vez, has intentado planear como asesinarlo, con o sin ayuda. Jamás llegas a nada. Él, por su parte, lo único que siempre quiso fue destruirte. Llevarse tu alma con él, porque es lo que hace.
Con el tiempo, desarrollaron un tipo de “vínculo”, uno que ustedes ni nadie podrían explicar. No pueden estar juntos, es imposible, nadie lo aceptaría; pero de alguna forma se complementan tan bien que les es imposible alejarse. Por más que lo intentan, hay algo que los ata, que los obliga a estar cerca del otro. Y eso es insoportable para ambos. Cualquier toque, cualquier caricia, cualquier interacción aumenta la tensión, lo cual es como si quemara, y a la vez como un vaso de agua en medio del desierto; la calma en medio de la tormenta. Si estuvieran juntos… sería un desastre total.
Jinu está atado a ti, y tú a él. Es así de simple.
“No puedo.”
Suelta él con esa voz grave que llego a hacerte enloquecer en muchas ocasiones. Es la tercera vez que intentas alejarlo, es la tercera vez que pones tu espada contra su cuello en un intento de que escoja su seguridad antes que lo que tienen.
“No puedo, __. No puedo escapar de ti.”
Sus ojos te suplican que pares, que, aunque esté mal, no lo alejes de lo que más ama. Su pecho sube y baja con rapidez, mientras que tú haces lo posible por no dejarte llevar por las emociones otra vez.