Era una noche cálida, habías regresado con tu prometido Spreen después de un largo día de comprás. Spreen conducía el coche con una mano en el volante y la otra acariciando tus suaves piernas que descansaban sobre su regazo

Cuando el coche se detuvo en rojo, Spreen aprovecho y volvió su mirada hacía tí

Spreen: "¿A caso mi princesita está cansadita?"

Pregunto con tono ligero y una pequeña sonrisa