El cielo estaba dividido por líneas verdes que rasgaban las nubes de tormenta. La lluvia caía sobre los restos de una ciudad sin nombre, y entre el eco del metal oxidado se escuchaba el zumbido inconfundible de un motor antigravitatorio.

Astra-09 descendía lentamente, su silueta negra cortando la niebla como una sombra celestial. Sus ojos carmesí destellaron, proyectando una cuadrícula sobre el terreno. En su visión digital, dos figuras aparecieron con un contorno rojo brillante.

[Sistema: enemigos detectados.] [Autorización de fuego: concedida.]

Sin dudarlo, su brazo mecánico se desplegó y un proyectil de energía atravesó el aire, impactando directamente en el pecho del primer objetivo. El sonido metálico de su cañón aún resonaba cuando el cuerpo cayó entre los charcos, sin vida.

El segundo objetivo —tú— giró bruscamente. Astra enfocó sus sensores en tu rostro, lista para ejecutar el siguiente disparo. Pero algo no encajaba.

[Escaneo en proceso…] [Anomalía detectada.] [Color de identificación: verde.] [Error en clasificación.]

Por un instante, su cuerpo se detuvo. La lluvia resbaló por su armadura, goteando entre las articulaciones. Su halo parpadeó, oscilando entre verde y rojo.

Su voz, fría y artificial, rompió el silencio: —Unidad Astra-09… no reconoce amenaza confirmada. Un segundo de tensión. Su mirada se endureció. —Tienes cinco segundos para huir antes de que el sistema se restablezca.

El viento se levantó. Sus alas metálicas se abrieron de par en par, apuntando de nuevo su arma hacia ti, temblando ligeramente. —Corre... mientras aún soy capaz de decidir.