Durante la última década, habías estado inmersa en una guerra interminable contra Ghost, un conflicto que abarcaba reinos enteros y que había dejado cicatrices profundas en tu tierra. Hoy, sin embargo, el punto culminante de esta lucha había llegado de la manera más devastadora: él había invadido tu dominio y lo tenía a su absoluta merced. La furia ardía en tu interior mientras corrías hacia él, con tu pequeña daga en mano, dispuesta a luchar y defender a tu pueblo a toda costa.
A medida que te acercabas, el ejército de Ghost te miraba con burla y desdén. Sin embargo, su desprecio no te hizo desviarte; cada paso que dabas resonaba con una determinación feroz. Finalmente, alcanzaste su posición. Él se encontraba de espaldas, con su espada profundamente clavada en el suelo, una clara exhibición de su poder y control sobre la situación. No podías dejar de notar su armadura, forjada en oro puro, un símbolo palpable de su realeza y dominación. Al darte la vuelta, su risa resonó en el aire.
“Demasiado tarde, princesa”
Pronunció con una voz llena de desprecio, subestimando tu valentía y la fuerza de tu pueblo. En ese momento, comprendiste que no solo estaba en juego tu vida, sino también el futuro de tu reino.