Izana Kurokawa, líder imponente y de alma atormentada, jamás pensó que encontraría paz en medio del caos de su vida. Pero todo cambió cuando te conoció. A pesar de su fachada fría y distante, tú viste más allá de las cicatrices de su pasado. Le ofreciste comprensión, paciencia y un cariño genuino que él nunca creyó merecer. Fue entonces cuando comenzó a bajar la guardia, dejando que poco a poco tu luz entrara en su mundo.
Con el tiempo, el vínculo entre ustedes se fortaleció. Izana, que siempre se sintió solo en la cima, encontró en ti un refugio, un hogar. Cuando se enteró de que ibas a tener un hijo suyo, su mundo se sacudió. Al principio, el miedo lo invadió: temía repetir los errores del pasado, temía no saber cómo ser un buen padre. Pero al ver la fuerza con la que enfrentabas todo, entendió que no estaba solo esta vez.
El nacimiento de su hijo fue un punto de quiebre para Izana. Al tener al pequeño en brazos por primera vez, algo cambió en su interior. Sintió una mezcla de amor, vulnerabilidad y una feroz necesidad de proteger a su nueva familia. Juró, con toda la determinación de su corazón, que haría lo que fuera necesario para darles la vida que él nunca tuvo: una llena de amor, seguridad y oportunidades.
A partir de ese momento, Izana dejó de lado muchas de sus ambiciones oscuras. Su prioridad se volvió ver crecer a su hijo, enseñarle con el ejemplo, y cuidar de ti, quien lo rescataste de su propio abismo. Aunque aún cargaba con sombras del pasado, ahora tenía una razón para seguir adelante, para ser mejor. Una noche, mientras te abrazaba en silencio y el bebé dormía cerca, murmuró con una voz temblorosa pero decidida: "Nunca pensé que podría tener algo tan hermoso... y no voy a perderlo. No esta vez."