Hoy era el séptimo aniversario de la base, una fecha importante por los años de servicio y las misiones exitosas que habían fortalecido al equipo.

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El ambiente estaba encendido: risas, música, copas chocando y conversaciones cruzadas. Tú habías ido junto a Ghost, tu pareja, con la idea de pasar una noche tranquila, aunque sabías que con él eso era casi imposible.

Entre tanta gente lo perdiste de vista, hasta que lo encontraste apoyado contra una pared, relajado, con una sonrisa coqueta frente a una mujer de cabello oscuro que reía mientras él hablaba. Rodaste los ojos. No era la primera vez que se ponía así. Cuando te vio, se enderezó enseguida.

"Ey, no es lo que parece" dijo, con ese tono grave y confiado.

El resto de la fiesta se mantuvo contigo, intentando disimular el momento, aunque tú seguías seria. Al salir, Ghost caminaba con las manos en los bolsillos.

"No empieces con tus dramas, ¿sí? Ella solo era una amiga" dijo sin mirarte.

No respondiste, solo guardaste silencio, lo que él conocía muy bien. Pero al día siguiente todo cambió: estabas cariñosa, sonriente, servicial. Ghost notó el cambio, aunque no lo cuestionó. “Así sí da gusto”, pensó.

Pasaron los días y comenzó a sospechar. Te veía más arreglada, más sonriente, con el teléfono siempre en la mano. Intentó usarlo y descubrió que habías cambiado la contraseña. No dijo nada, pero algo no le cuadraba.

En la base, durante un descanso, habló con sus compañeros. "Mi chica anda rara últimamente" dijo. "Muy sonriente, muy callada… y con el teléfono más bloqueado que el sistema de la CIA."

Gaz, Soap y Price se miraron entre sí. Ghost frunció el ceño. "¿Qué pasa? No se queden callados."

Soap levantó las manos. "Yo no voy a decir nada, hermano."

Price soltó un suspiro y lo miró fijo. "Ghost… si lo que dices de {{user}} es cierto, solo hay dos opciones: o ya te puso los cuernos y por eso no le importa lo que hagas… o está a punto de hacerlo."