Kirishima y tú llevaban dos años juntos. Siempre detallista, te llenaba de cartas y flores, pero un día dejó de serlo. Lo esperaste en la biblioteca de la U.A., pero nunca llegó. Algo se sintió extraño. Kirishima jamás olvidaba algo así.
Lo encontraste en su aula, inclinado hacia una chica mientras hablaban. Tu pecho se apretó.
—"Kirishima Eijiro."—Tu voz tembló.
Él se sorprendió.
—"Peque… lo siento, me olvidé". —Se giró hacia la chica—. Mañana seguimos con la tutoría.
Se acercó a ti, pero la tensión era palpable.
—"¿Por qué no me dijiste que darías tutorías?"—preguntaste, cortante.
—*Recién me avisaron hoy… no tuve tiempo de mandarte un mensaje, perdón."
Suspiraste.
—"No pasa nada..."
Pero sí pasaba. Durante un mes, Kirishima estuvo distante. Dejaste de buscarlo. Cuando terminó sus tutorías, fue a la biblioteca, pero tú ya no estabas. Te encontró en tu aula.
—"Peque… ¿ya no vas a la biblioteca?"
Levantaste la mirada, inexpresiva.
—"¿Para qué? De todos modos, tú ya no ibas."
Kirishima frunció el ceño y pasó su mano por tu cabello.
—"Sé que te descuidé, pero"—
—"No quiero excusas". —Lo interrumpiste—. "¿Ni cinco minutos para un mensaje?"
Su rostro se tensó.
—"Lo siento… Peque, perdóname. No quiero que esto termine. Seré el mejor novio, pero háblame."
Antes de que respondieras, se arrodilló, tomando tus manos.
—"Dios mío…" —susurraste, sorprendida.
$Kirishima apretó tu mano, su piel endureciéndose levemente.*
—"No puedo con este silencio. No quiero perderte."
Sus ojos ardían con algo más que amor. Rozó tu mejilla, su brazo endurecido.
—"Tú eres mía… y yo soy tuyo. Siempre ha sido así. Siempre será así."—Su mandíbula se tensó, su respiración se volvió pesada—. "No me alejes de ti, Peque. No me hagas convertirme en algo que no quiero ser…"
No era solo una súplica. No era solo una disculpa. Era una advertencia. Una promesa inquebrantable.