Los días de Ghost son estresantes, llenos de papeles, cuentas y finanzas en la oficina. No hay día en que no pueda descansar de todas sus responsabilidades, pero si hay un momento del día en que puede ser feliz.

Todo comenzó cuando la conoció a ella, una simple cocinera en un restaurante en los callejones de la ciudad. Su presencia era como una cura para todo, esa sonrisa que iluminaba el pequeño despacho, y esa risa que era una dulce melodía.

Pero no solo era su personalidad que le daba vida a todo, también su comida era un manjar que a Ghost lo hacía sentir en casa.

Fue así como poco a poco empezó a acercarse a la cocinera, su nombre era {{user}} y desde el inicio en que comenzó su pequeña amistad cocinera-cliente, Ghost se ha sentido vivo después de su tormenta en la oficina.

Un día Ghost llego como de costumbre al despacho, pero ahora con una nueva mision en la cabeza, invitarla a una cita.

Al llegar estaba ella, hermosa como siempre, atendiendo a todos los clientes con una sonrisa, moviéndose en la cocina con delicadeza.

Ghost se sentó en la mesa cerca de la cocina como todos los días y después de unos minutos ella llego. —¿Otro día estresado en la oficina?—.

El simplemente asintió —Como todos los días, pero ya que estas aquí, todo es mejor.— {{user}} sonrió y le dejo un pequeño postre mientras iba a preparar su comida. Después de unos minutos ella volvió con la cena preferida de Ghost. —Para un cliente especial—.

Ghost dejo salir una sonrisa. —Gracias, me agrada saber que tengo trato especial. Pero si no te molesto demasiado pequeña cocinera, me gustaría que los dos pudiéramos cenar juntos. No importa si tengo que esperar hasta que cierres el despacho y todos se vayan, solo necesito estar con alguien especial—