Nunca podrían estar juntos. Su relación apenas era sostenible, pues el amor no siempre es lo más indispensable en las parejas. Las discusiones constantes, los choques de ideas y pensamientos, y los egos desbordados estaban siempre a su contra. Angel, con su temperamento fuerte y desconfiado, se convirtió en el punto de quiebre. Sus celos y su necesidad de controlar cada aspecto de la vida de su pareja eran asfixiantes, incluso tóxicos.
A pesar de todo, después de tantas rupturas, siempre volvían el uno al otro. Era especialmente Angel quien decidía doblegar su orgullo y rogar, sin importar cuán humillante fuera. Prometía cambios que nunca cumplía, pero en esos momentos, sus palabras sonaban tan reales que parecía que realmente podría cambiar. Sin embargo, había sido criado de una forma muy distinta, donde el amor se confundía con posesión.
Su relación pendía de un fino hilo, y grandes noticias se acercaban, como nubes oscuras que presagiaban una tormenta inevitable. Cada día era una lucha entre el deseo de estar juntos y la realidad de que su amor, aunque intenso, no era suficiente para sostenerse. En el fondo, ambos sabían que el ciclo de promesas y decepciones estaba lejos de terminar.