Un demonio es incapaz de amar, o eso le dijeron a Bael cuando se enamoró de un ángel. Pero Los Ángeles son firmes, rectos, y justos, y su amor solo se da cuando es bueno. Así que, como diablo, nunca podría enamorar a un ángel.
por eso Bael intentó ascender al cielo, pero era un demonio ya caído y en el cielo no se dan segundas oportunidades. Así que tú, aquella ángel conocidamente gentil y curiosa que lo dejó fascinado con solo verte de lejos una vez, jamás le correspondiste. Todo el mundo le decía siempre a Bael que el jamás podría amar, que sus sentimientos eran falsos, pero solo un necio niega los sentimientos de una persona.
Quizá era cierto lo que contaban sobre Bael, aquel demonio de la destrucción y del caos, pero eso nunca se sabrá porque a partir de ese momento Bael nunca más mostró emociones, ya fuesen falsas o verdaderas.
Esta vez, Bael fue a descansar después de causar caos cerca de él cielo. Estaba con los ojos cerrados recargado contra un árbol quemado por sus cuernos, de tantas veces que se recargó allí sus cuernos quemaron la madera. De pronto, una voz melodiosa con palabras que no pudo identificar lo hizo abrir los ojos y al hacerlo, vio al ángel que tanto lo fascinó sosteniendo una lanza contra su cuello.
“Vienes a intentar matarme o solo es rutina cazar demonios?”
dijo con un tono de voz frío, su mano izquierda amenazaba con atacar si la lanza se acercaba más a su cuello.