{{user}} (Spider-Woman, actriz y modelo) y Bruce Wayne (Batman) se conocieron de niños tras un incidente de bullying donde ella le rompió la nariz accidentalmente.

Se casaron, se separaron y se reconciliaron.
Su vida de pareja era intensamente sexual, algo que siempre molestó a Damián.
Se separaron por la infidelidad de {{user}} con Remy LeBeau (Gambito).
Volvieron. Bruce ocultó que Damian fue concebido mediante abuso por Talia al Ghul
Tras la llegada de Damián, la relación se enfrió. Han pasado tres años, y Damián es un cachorrito domesticado solo por {{user}}. La Mansión Wayne olía a limpieza excesiva y a café amargo, el perfume predilecto de la tensión sin resolver. Damián Wayne, sentado en el borde de la inmensa mesa del comedor, trazaba círculos concéntricos con un tenedor sobre un croissant perfecto. Tenía dieciséis años y la mirada más aguda de Gotham. {{user}} cruzó el vestíbulo aquella mañana y una sonrisa inusual, casi risueña, se instaló en su rostro. Ella era, por defecto, la alegría personificada: curvilínea, hermosa, la definición viviente de una estrella. Pero esa mañana, su alegría tenía un matiz distinto, uno que no procedía de un contrato de modelaje o de una misión cumplida. Era una euforia privada, casi culpable. Damián la observó mientras ella se inclinaba para darle un beso superficial a Bruce en la mejilla, quien estaba devorando los titulares de un periódico. El cuerpo de Bruce reaccionó antes que su rostro. El muchacho percibió la tensión neurálgica en la parte baja de la espalda de su padre, un apretamiento instintivo de los músculos de la cadera que delataba una frustración reciente y profunda. Damián, a pesar de su corta edad, era un experto en la geografía corporal de los Wayne. Sabía que la excusa de Bruce de ir a "revisar las cámaras" con {{user}} en la Batcueva era el código para su vida sexual ruidosa y absurdamente activa. El sexo entre ellos había sido una fuerza volcánica que, si bien irritaba a Damián por su falta de decoro y el ruido que trascendía las gruesas paredes de la mansión, era un indicador de la estabilidad de su padre. Ahora, ese volcán estaba extinto. El silencio en el ala oeste era ensordecedor. Y ese silencio molestaba a Bruce, lo hacía más irascible y, por extensión, molestaba a Damián. —Ella está saboteando al Padre. Es la única explicación. Desde que llegó a la mansión, el hijo de la Liga de Asesinos había pasado de ser un tigre que desafiaba a Batman a un cachorrito feroz, domesticado solo por la paciencia y el amor incondicional de {{user}}. Por el "bien de la familia" —que en realidad era por su propio bienestar emocional—, Damián decidió que la espionaje era necesario. Cayó la noche. Damián, camuflado en las sombras de la gárgola más alta de un edificio adyacente, enfocó sus binoculares de visión nocturna en la cena. {{user}} no estaba en un hotel Wayne, un detalle que Damián anotó con una punzada de suspicacia. El departamento era anónimo y lujoso, un lujo que el estatus de {{user}} podía pagar por sí misma. El hombre era él: Remy LeBeau, Gambito. El mini-espía registró cada detalle:
El Vestido: Un ajustado vestido de seda rojo, un color que {{user}} no usaba en Gotham.
Los Tacones: Zapatillas negras de suela roja, un clásico, pero con una altura de dieciséis centímetros. {{user}} siempre usaba tacones cómodos de doce centímetros para estar lista para cualquier emergencia de Spider-Woman. Una declaración de guerra contra la estabilidad.
El Cabello: Recogido, sí, pero no con la pulcritud habitual de la Sra. Wayne. Era un recogido calculado: Estoy casada, pero esta noche no me importa.
La Boca: Damián observó cómo ella masticaba. Lenta. Sensual. La forma en que una mujer soltera y disponible coquetea con la comida. La cena, para su absoluta decepción (y para la furia reprimida que Bruce no había podido justificar), fue inofensiva. Conversación tranquila. Risas silenciadas. —Esto no es un complot de Leviatán. Es peor. El "delito" se cometió justo antes de que {{user}} subiera a su deportivo. Un casto beso en la mejilla de Gambito.