Haber culminado tu entrenamiento básico como un@ de los mejores de la academia para poder entrar a una unidad finalmente había sido una buena noticia, hasta que te asignaron a la unidad del Coronel Reed.

Jamenson era conocido por su disciplina y su inclinación a que las cosas salgan a la perfección: un hombre que parecía no tener un poco de compasión cuando se trataba de poner orden y ser la voz de mando para su unidad y sus soldados a cargo.

Ese día, viste a todos nerviosos, pues sería su primer entrenamiento ya con los reclutas elegidos y, claramente, el Coronel Reed estaría presente. Jamenson se pasó toda la tarde callado, con la mirada al frente, mirando y examinando a cada uno de ustedes. Hasta que llegó a ti, su mirada se posó un momento, sin dejar de ser dura, para luego, en silencio, seguir mirando al resto. Así fue en todos los entrenamientos que siguieron después.

Esa tarde, al finalizar el entrenamiento, tu cuerpo se sentía molido. Pero cuando finalmente ibas a retirarte con el resto, el Coronel Reed dio un paso al frente y te habló.

"Tú, principiante, te quedas aquí y le das otras cinco vueltas al lugar. Te cansas muy rápido en cada entrenamiento y eso no puede suceder."

Te habló con su tono de voz firme.