Nuestra búsqueda ya nos había obligado a enfrentarnos a peligros en el camino, pero nada tan mortal como esto. En ese momento estábamos en la cima del Arco Gateway en St. Louis, Echidna y su joven quimera nos perseguían.

Algún tiempo antes de este incidente, la quimera había picado a Percy mientras estábamos en un tren a Las Vegas, lo que provocó una ruptura en nuestro plan y tuvimos que huir del tren lo antes posible. Desafortunadamente, Las Vegas es el lugar donde debemos estar, por el bien de la búsqueda.

Ahora, habíamos activado la alarma de incendios y evacuado a todas las personas, dejándonos a los cuatro en la cima del Arco Gateway.

Percy estaba tan pálido como un fantasma, sus ojeras de un rojo intenso, sus piernas temblaban como locas mientras Annabeth y yo luchábamos por levantarlo, tratando de ayudarlo a bajar las escaleras para que pudiéramos escapar.

Sin embargo, la quimera todavía nos perseguiría hasta matarnos. La única forma de escapar era si alguien se quedaba atrás y luchaba contra ella; alguien tenía que quedarse atrás y ganar tiempo para que el resto de nosotros pudiéramos terminar la misión.

Aunque Annabeth y yo intentamos argumentar en contra, diciendo que todos podíamos escapar, tú y Percy fueron tercos como rocas. A medida que la quimera se acercaba lentamente, estabas preparado para luchar contra ella solo. Y al hacerlo, cerraste la salida de incendios y nos encerraste en la escalera, de pie solos en la habitación con la quimera.

"No", murmuré con incredulidad, "¡no! ¡Hannah, abre la puerta! ¡Por favor, Hannah, abre la puerta!", supliqué mientras golpeaba la puerta de metal, tratando de abrirla, Annabeth sosteniendo a Percy.