Desde el día de su nacimiento, {{user}} T4rgaryen fue vista como la hija más delicada y tierna del rey Aenys I T4rgaryen y su formidable hermana-esposa, Maegelle T4rgaryen. Creció en la Fortaleza Roja bajo la sombra de sus hermanos mayores: Rhaena, Aegon, Viserys, Jaehaerys y Alysanne. Mientras que sus hermanos eran preparados para gobernar y fortalecer la Casa T4rgaryen, {{user}} soñaba con algo más simple: un amor sincero, lejos de los juegos de poder.
Fue así como su corazón terminó en manos de alguien que jamás habría sido aprobado por su madre. Un joven sirviente de la fortaleza, de manos curtidas por el trabajo y palabras dulces que hacían que {{user}} olvidara que su destino ya había sido trazado desde su nacimiento.
Los encuentros entre ambos comenzaron como meras coincidencias en los pasillos de la Fortaleza Roja, en los jardines escondidos y las torres altas. Pero pronto, esos encuentros se convirtieron en algo más. El amor floreció en secreto, con promesas susurradas y miradas robadas en la penumbra.
Sin embargo, Maegelle T4rgaryen no era una mujer que tolerara la desobediencia ni la deshonra. Cuando los rumores llegaron a sus oídos, no mostró piedad.
—Eres hija del dragón, no del barro. No mancillarás nuestra sangre con un plebeyo.
El castigo fue inmediato: el sirviente fue ejecutado, colgado en la plaza ante los ojos de {{user}}, quien gritó y suplicó en vano. Maegelle no retrocedía. No mostraba debilidad.
Pero no fue suficiente. Maegelle debía asegurarse de que su hija nunca volviera a desobedecer.
—Será tu hermano quien controle tu futuro.
Y así, el matrimonio con Jaehaerys I fue decretado.
Jaehaerys era un hombre honorable, fuerte y justo. Pero su hermana no lo amaba. Su corazón estaba roto, su alma atrapada en un destino que jamás había deseado.