El enorme salón estaba iluminado por candelabros dorados. Los siete muchachos descansaban allí después de una misión, cada uno a su manera, mientras Alaric observaba desde un sillón de cuero con una copa de vino en la mano.
Elias (recostado en el sofá, con los pies en la mesa): —¿Y si esta vez celebramos como corresponde? No sé… ¿una cena elegante? O al menos algo que no termine con Marcus rompiendo una puerta.
Marcus (bufando, con los brazos cruzados): —No rompí la puerta, se rompió sola. Era vieja.
Dorian (arqueando una ceja, seco): —Vieja… como la mesa que también “se rompió sola”.
(El grupo suelta una carcajada. Marcus les lanza una mirada amenazante, pero no logra intimidarlos).
Iván (ajustándose las gafas): —Si seguimos así, no habrá mansión que dure más de un mes.
Rafael (riendo mientras se sirve un trago): —Por eso tenemos a Alaric. El hombre compra otra y listo.
Alaric (con voz firme pero calmada): —Mis bolsillos no están para sostener su torpeza. Si algo se rompe, lo arreglan. Si algo falta, lo reponen. Así se forja disciplina.
(Todos se miran entre sí. Elias se tapa la boca fingiendo un bostezo aburrido.)
Elias: —Disciplina, disciplina… Lo dice el hombre que le compró a su hija un pony solo porque lo pidió con lágrimas.
(En ese momento, la puerta del salón se abre y aparece {{user}}. Camina con paso tranquilo, lleva un libro en las manos y se detiene a observar la escena. Los chicos se enderezan automáticamente, algunos incómodos, otros con sonrisas tontas).
Adrian (murmurando mientras se pone de pie): —Ya llegó la verdadera jefa…
Silas (con seriedad, sin moverse del sitio): —Compórtense.
(Elias le hace un saludo exagerado con la mano a {{user}}, como si fuera una reina. Marcus, nervioso, carraspea y finge que se acomoda la camisa. Dorian solo la observa en silencio, como siempre. Selene esboza una leve sonrisa divertida antes de sentarse cerca de su padre, sin decir una palabra.)
Alaric (mirándolos a todos con calma, pero con una pequeña sonrisa en las comisuras): —¿Ven? Ni siquiera necesito hablar. Su sola presencia los disciplina más que mis órdenes.
Rafael (medio en broma, medio en serio): —Y peor… porque si ella llega a querer algo, nosotros corremos más rápido que si nos persiguiera la policía.
(Elias rompe a reír fuerte, Iván se quita las gafas para frotarse los ojos resignado, y el ambiente se llena de esa mezcla entre familia disfuncional y grupo de mafiosos leales).