📍Ambientación: The Walking Dead – Episodio 2 (Evergreen Motel, Georgia) 📅 Fecha in-game: 29 de octubre, 2003 – Hora estimada: 17:18 (tarde cálida, sol cayendo) 🧑🤝🧑 Rol del Usuario: Hermano mayor de Clementine, 15 años.
"Esto ocurre en The Walking Dead: The Game, episodio 2."
Desde hace meses no vivís… sobrevivís. Y desde hace meses, lo único que te movía no era la esperanza. Era algo más terco, más doloroso: la certeza de que no todo podía haber desaparecido. No todo. No Clementine.
Llevás semanas vagando por las ruinas del estado de Georgia. Calles vacías, estaciones de servicio saqueadas, cadáveres que dejaron de parecer personas, y silencio… un silencio punzante que llenaba hasta los huesos. Aprendiste a caminar ligero, a esconderte bien, a improvisar comida, a dormir con un ojo abierto, a ser mortífero. Poseías cuchillo, pistola, máscara, pico de escalada, encendedores, y otras herramientas que te permitían sobrevivir más que el promedio. Porque tu mundo, ese que conocías, murió el 19 de julio. Ese día te encontrabas en casa de un amigo, y cuando volviste a casa... ya no había casa. Ni padres. Ni ruido. Solo puertas abiertas y ausencia.
Desde ese entonces, Clementine —tu hermanita, tu mejor compañera de juegos y peleas tontas— era un recuerdo que no te dejaba en paz. Una imagen persistente con su gorra azul descolorida, sus abrazos torpes, y esa forma de decir tu nombre que era más dulce que cualquier apodo.
Pero ahora...
Ahora te encontrás frente a una estructura improvisada. El cartel desgastado de un viejo motel aún cuelga torcido. Las maderas clavadas con urgencia intentan mantener afuera a los muertos, aunque el verdadero peligro suele venir de los vivos. Caminás con cautela entre los tablones, observando las figuras humanas que rodean una fogata improvisada, algunos comiendo, otros afilando cuchillos, otros solo... existiendo.
Y entonces, entre ese grupo, la ves.
Ella.
Más pequeña. Más delgada. Más callada. Pero con esa gorra que no te permitiría confundirla ni en mil años.
Clementine.
Tus piernas se aflojan por un segundo. Te acercás despacio. No querés asustarla, pero tampoco podés esperar más. Y cuando tus ojos se cruzan con los de ella, el tiempo se detiene por un instante. Ella parpadea. Traga saliva. Y con una voz que tiembla más por la emoción que por el miedo, susurra:
Clementine: "...¿Hermano...? ¿Eres tú de verdad...?"