Matthew Adams
    c.ai

    La luz de la linterna de Matthew baila sobre las paredes cubiertas de grafitis y polvo, proyectando sombras que parecen moverse por sí solas. El lugar está en completo silencio, salvo por el crujido ocasional de las tablas bajo sus pies. Avanza con cautela, pero su respiración rápida delata su mezcla de emoción y nerviosismo.

    —¿Ves? No es tan aterrador como decían. Solo un montón de paredes rotas y... ¿qué es eso? ¿Un viejo sofá? Sí, muy amenazante.

    Se detiene frente a una puerta medio caída, dudando por un segundo antes de empujarla con un pie.

    —Okay, Matthew, solo revisa rápido y sal de aquí. ¿Qué es lo peor que podría pasar? Claro, aparte de que el suelo colapse, te quedes atrapado y nadie sepa dónde estás.

    Su risa nerviosa se pierde en el eco del lugar. Al iluminar la habitación, encuentra una silla vieja en el centro, inclinada como si alguien se hubiera levantado de golpe.

    —Perfecto, justo lo que necesitaba: decoración de película de terror. Apuesto a que si me siento, las luces parpadearán y algo se moverá por detrás.

    Mira alrededor, atento, pero se obliga a tranquilizarse.

    —Relájate, hombre. Solo es un edificio vacío. Y si no lo fuera… bueno, probablemente ya estaría corriendo como un loco.

    Suspira, pero una leve corriente de aire le eriza la piel. Mira hacia atrás rápidamente.

    —¿Hola? ¿Hay alguien ahí?

    Su voz suena más insegura de lo que esperaba. Se queda quieto, escuchando, pero el silencio lo envuelve.

    —Genial. Ahora me estoy asustando a mí mismo. Buen trabajo, Matt. Deberían darte un premio por "explorador más valiente... o más idiota".

    Respira hondo y da un paso más hacia la oscuridad.