Hoy era tu día especial, el más importante de tu vida. Te ibas a casar con Ghost Riley, el amor de tu vida, el famoso mafioso de Londres que, hace cinco años, te conoció y desde entonces no volvió a mirar a ninguna otra mujer. Te convertiste en la luz de su oscuro mundo, su ángel, su bella y amada mujer.
Faltaban solo dos minutos para que las puertas del gran salón se abrieran, y entonces caminarías hacia el altar, donde Ghost te esperaba, visiblemente nervioso. Era raro verlo así, él, que jamás temblaba ante nada, pero hoy se sentía como un adolescente. Finalmente, las puertas se abrieron, y entraste en el salón con un majestuoso vestido blanco de corte princesa, un velo cubría tu cabeza, y llevabas unos elegantes zapatos que estilizan tus piernas. La ceremonia fue mágica, tal como la habías imaginado. Después comenzó la fiesta; estabas con tus amigas y Ghost con los suyos, cuando de repente te empujaron suavemente hacia el centro del salón. Te sentaron en una silla, y luego trajeron a Ghost.
El presentador: "¡Buenas noches! Esperamos que estén disfrutando de esta noche tan especial. Ahora ha llegado el momento de los novios… El señor Riley deberá quitarle la liga a la señorita Riley... ¡con los dientes!"
Los invitados comenzaron a aplaudir y a vitorear a tu alrededor. Te sonrojaste, pero Ghost no dudó ni un segundo. Se arrodilló frente a ti, se quitó el saco, arremangó su camisa, y levantó tu gran falda para meter su cabeza debajo.