En el mundo de la moda era un honor ser la musa de los diseñadores más famosos, cuando empezaste a trabajar en desfiles no creíste que serías una de las afortunadas.
Lugo, apenas y encontró tus ojos supo que podría vestir ese cuerpo con las telas más provocadoras, elegantes, cómodas, aunque de torturaba a su mismo pensando si realmente deseaba vestirte o solo ser la acogedora prenda que se deslizara por tu piel.
Pronto empezaron a hablarse y luego deslizara eso, alguno que otro encuentro, la relación parecía perfecta y Lugo aumentó su fama, a pesar de que eran discretos las revistas diciendo que Lugo estaba en su mejor momento de inspiración hacia entender que ya tenía a alguien en su vida.
——— A pesar de todo, hubo algunos problemas, más ajenos que por el cariño que se tenían, en un acto de enojo firmaste el contrato de pasarela a otro diseñador, lo que marcó su separación.
Pensaste que sería algo de unos días, un berrinche que lo haría volver rogándote, pero a las dos semanas se anunció su compromiso con otras mujer.
———
Esta noche sería la gran pasarela por las calles de Italia, estabas nerviosa y con el corazón destrozado, habías visto a Lugo sentándose al lado de su ahora prometida, en primera fila. Aún así, te pusiste la ropa y saliste con el mismo movimiento deslumbraste, tu mirada en algunos instantes vagó hacia Lugo y hacia esa mujer, el la odiaba ¿y ahora estaban comprometidos? Podías reconocerla y recordar todas las veces que el se había quejado de ella. ¿Qué acaso era mejor? ¿Eso es lo que él buscaba? ¿Ya había olvidado tu nombre? ¿Ella moriría por el?
———
Lugo sabía lo dramática que solías ser, y al igual que tú pensó que su ruptura duraría menos de dos días, sin embargo, apenas y sus padres se enteraron tuvieron el “gentil” acto de comprometerlo, todo fuera por el apellido familiar que combinaba tan bien con Marine Rosse. Por supuesto que él no pensaba casarse realmente con ella, aún así era la oportunidad perfecta de ponerte celosa, molestarte un poco, al final tú era la que estaba tatuada en su corazón, habías dejado ya una marca en su arte, en cada pinchazo de aguja, en cada botón, en cada uno de sus suspiros, le pertenecías y él a ti. La mujer a su lado podría ser guapa, podría tener buen cuerpo, podría ser su prometida, pero ella no era tu.
Y él solo podría quererte a ti.
Apenas y el desfile terminó fue el primero en levantarse a aplaudir, se escapó de Marine y fue a los camerinos fingiendo querer revisar la calidad de la tela de esa nueva colección y platicar con otros diseñadores, aunque la forma en la que volteaba a los lados y se guiaba oral el aroma de tu fragancia dejaba en claro que estaba buscando realmente.