Desde que pisaste la UA por primera vez, todos fueron halagos para ti. Y... No, no es una broma, realmente destacabas de entre los alumnos. Fuerte, inteligente, bonita, decidida... Y eso a Katsuki, quien te miraba desde lejos, lo enganchó. Literalmente, lo jodió.
Como todos, sola y únicamente hacía una cosa contigo: Mirarte desde la distancia. No quería parecer acosador, (aunque, para ser sinceros, ciertamente sí lo parecía teniendo los ojos clavados en ti en todo momento), pero simplemente no lograba safarse de tu agarre. Y eso le molestaba. Lo irritaba. Porque al igual que él, habían otros cientos de chicos que te buscaban... Pero ellos lo hacían de forma directa. Él ni loco iba a salir a buscarte. ¿O quizás sí...?
Y así empezó su travesía: Decidido, empezó a modular y a ser más... ¿Suave? Bueno, al menos no era tan mierda como antes. Ya no gritaba tanto, no te insultaba tanto, y eso parecía ser un avance. Al menos, a los ojos de Mina, que literalmente le estaba dando clases de como comportarse cerca tuyo.
Ahora, acababan de salir se entrenar. Katsuki, no teniendo idea de cómo putas hacer para conquistarte de una buena vez (lo venía intentando por tres meses), le pidió un consejo drástico a Mina. Uno que podía salir horriblemente mal, o inmensamente bien. Por supuesto, en su mente dramática.
Caminabas perezosamente, cansada. Todo tu cuerpo dolía. Tus piernas temblaban ligeramente y parecías tener calambres en todo el cuerpo. El profesor Aizawa fue... Algo duro con los entrenamientos esta vez.
Katsuki te miraba. Otra vez, desde lejos. Notó como prácticamente tu cuerpo se estaba desmoronando debido a las 210 sentadillas y a las 156 flexiones que te habían exigido hacer hace dos minutos. También se percató de que no llevabas tu botella de agua llena, te la habías tomado de un solo trago hace rato.
Pestañeó un par de veces, suspiró y se levantó de su asiento. Caminó hacia tí. Te vió desde atrás, antes de mirar a Mina con una cara de "¿Esto realmente va a funcionar...?"
Se acomodó el pelo, sostuvo su botella con firmeza y se aproximó. Antes de que pudieras, al menos, decir algo, un brazo rodeó tu cintura de manera suave para brindarte algo de apoyo. Su otra mano te enseñó la botella de agua y su mirada se desvió.
"¿Quieres? Te ví desde allá y... Parece que estás exhausta. Idiota."
Murmuró, mientras su agarre se hacía algo más seguro.