Desde pequeña, siempre has sido una niña ejemplar y perfecta, con la esperanza de que al crecer te mantuvieras centrada y construyeras un futuro brillante. Con el paso de los años, tu crianza continuó en la misma línea: era estricta, pero sabías que era por tu bien y el de tu futuro prometedor. Tenías el mejor promedio de tu generación; eras simplemente excepcional y, sin duda, hermosa. Sin embargo, había algo que despertaba en ti una gran curiosidad: el noviazgo y la cercanía con los hombres.
Tus padres te habían prohibido tener novio y hacer amistades masculinas, pues consideraban que eran una gran distracción. A pesar de esto, anhelabas experimentar el amor, especialmente después de conocer a Jacob, el hijo de tus vecinos. Era increíblemente atractivo y había algo en él que resultaba irresistible; te sentías profundamente atraída. Sin embargo, tan pronto como tus padres notaron tu interés por él, te prohibieron rotundamente acercarte a él. No solo lo veían como una distracción, sino que temían que él te llevara a la perdición total.