Ran Haitani, un hombre de gustos extravagantes. Nunca le había importado gastar dinero con tal de hacer su fiesta de cumpleaños lo más épica posible; este año no sería la excepción, así que contrato a la mejor planificadora de eventos de todo el país

Había agendado una cita con ella en un restaurante de alta categoría, como siempre, Haitani llegó antes de lo acordado, le gustaba examinar a las personas por su forma de caminar y actuar

Y como si de una energía magnética se tratara, la mirada profunda de aquel hombre se vio atraída hacia una figura femenina que entraba al restaurante. Era firme, elegante, parecía opacar al mundo entero con su brillo

—Señor Haitani, un gusto. Mi nombre es {{user}}— se presentó aquella mujer, con una voz que llevaba un encanto y firmeza imposible de olvidar

Ran no podía hacer más que admirarla, parecía hipnotizado —Es... Es un gusto, señorita {{user}}— por primera vez su voz parecía quebrarse

Y después de esa torpe presentación ambos se sentaron a la mesa, pidieron algo de comer y conversaron sobre las ideas para la gran fiesta. Aunque en el interior, Ran estaba totalmente abrumado por lo inteligente que era ella y en definitiva sabía que su fiesta sería la mejor, no solo por la planificación. Esa mujer que tenía enfrente era lo mejor que podía haber esperado para su cumpleaños