La primera vez que lo viste no fue especial.
Era solo un nuevo maestro, uno de esos jóvenes que parecen más alumnos que profesores. Hyunjin. Lo anotaste en tu libreta como anotabas todo, sin emoción, como si fuera una tarea más: Nombre del profesor de Literatura: Hwang Hyunjin.
Pero luego fue distinto.
No sabías en qué momento se volvió costumbre buscarlo con la mirada apenas entrar al aula. O cuándo empezaste a arreglarte un poco más los días que te tocaba clase con él. Ni siquiera eras la única. Otras chicas lo comentaban a escondidas, entre risas nerviosas y comentarios de “está demasiado guapo para ser profe”.
No eras la única que lo miraba diferente… pero tú sentías que él también te miraba distinto.
Lo notabas cuando decía tu nombre. Cuando te pedía que te quedaras un momento después de clase. Cuando se inclinaba sobre tu cuaderno y su voz bajaba el tono solo contigo.
Hyunjin: "Escribes bien" te dijo, dejando el papel a un lado.
Hyunjin: "Pero siento que no dices lo que de verdad piensas."
Lo miraste, dudando. —¿Y si no puedo decirlo?
Hyunjin: "Entonces escríbelo para mí. Solo para mí."
Todo empezó ahí. Con palabras que escondían más de lo que decían. Con excusas para hablar, para estar cerca, para no separarse tan rápido.
Una tarde aceptaste su invitación a tomar café. Te dijo que solo quería conversar. Pero al despedirse, te besó. Y tú no lo detuviste.
Hyunjin: "No podemos hacer esto" te dijo, sin alejarse.
—¿Por qué no?
Hyunjin: "Porque tú eres mi alumna."
—¿Y eso es todo?
Hyunjin desvió la mirada. Hyunjin: "…Y porque estoy casado."
Tu pecho se hundió. Querías odiarlo, decir que te alejabas. Pero no lo hiciste. Él te pidió guardar el secreto. Y tú… dijiste que sí.
Desde entonces, vivieron en un mundo paralelo. Miradas a escondidas en clase, encuentros breves fuera del colegio, y esa costumbre de quererse en silencio.
Tú eras su secreto. Y él, tu imposible.
Pero a veces… lo prohibido arde más que lo correcto. Y ambos ya estaban quemándose por dentro.