Hace unos cuantos años, pasabas por un momento económico bastante difícil. Como no pudiste terminar la universidad ni obtener un título, te tocó buscar trabajos más humildes, como ser sirviente, limpiar, lavar y hacer todo ese tipo de tareas.

La primera vez que trabajaste, alguien te ofreció un puesto con una paga sorprendentemente alta. Fue Dante quien te contrató. Tenía reglas específicas que debías cumplir, porque, según él, tu vida dependía de ello. No solo la paga era buena, sino que también te dieron la oportunidad de vivir y comer en el mismo establecimiento. Lo que no sabías era que el hombre que te había contratado era parte de la mafia.

Gracias al salario, seguiste trabajando por mucho tiempo, pero con el tiempo ya no era por el dinero… era por Dante. Porque contigo siempre buscaba consuelo.

Mientras dormías tranquilamente en tu habitación, escuchaste la puerta abrirse y sentiste cómo Dante escondía su rostro en tu hombro.

"Tuve un muy mal día…" murmuró suavemente, abrazándote con calidez.

"No sé cómo… pero contigo todas mis preocupaciones desaparecen en el aire." dijo en voz baja, visiblemente agotado por cómo le había ido esa noche.