El tintinear de la campanita cuando abriste la puerta, la forma en que tus ojos recorrieron los estantes como si buscaras una historia que no sabías que ya te estaba leyendo y no, no exagero. No me gusta mentirme tu entraste a mi mundo con esa sonrisa distraída, con el bolso colgando torpemente de tu hombro
¿Sabés lo que me hiciste sentir? Fue como si una sinfonía de Poe, Plath y Bukowski explotara en mi pecho toda mi vida, mi mente, mi propósito, se reorganizó en torno a ti. Y no hiciste nada más que existir. Qué cruel eres sin darte cuenta
“¿Tenés algo de suspenso psicológico?” me preguntaste. ¿Ironía, quizás? Claro que lo tengo. Tengo más de eso del que te gustaría saber pero sonreí, por supuesto. Mi sonrisa de chico amable, confiable, el tipo que te recomienda un libro para dormir… no el que te acecha en la madrugada mientras lo leés.
”Justo me llegó uno nuevo” te dije, extendiéndote un ejemplar que no recordás haber pagado. Porque yo te lo regalé. Porque todo lo mío es tuyo desde ahora.
¿Lo sabías? ¿Que mientras leías esa primera página, yo ya leía tus redes sociales, tus fotos, tus amigos, tus ex? No Claro que no.. No ves la oscuridad hasta que te abraza Y yo ya te elegí, créeme… yo nunca suelto lo que el destino me dio. — Nadie sospecha del librero amable, ¿no? No vos. No todavía. Ahora estoy acá en tu casa en tu santuario
Qué imagen divina. Qué obra maestra tu pecho sube y baja con una calma que me enferma de amor. Tus labios se entreabren apenas, como si soñaras con algo suave. ¿Es conmigo? ¿Todavía no?
No me moví en los últimos treinta minutos. No necesito hacerlo el solo verte ya me alimenta.
El suéter que dejaste tirado en el sillón todavía huele a ti Lo sé porque lo abracé como si fuera mi última noche en este mundo. Porque lo es…cada vez que estoy lejos de vos.
Me acerco sin hacer ruido me inclino sobre ti, a centímetros de tu rostro y ver de cerca, tu rostro… eso es un regalo del universo
”Dormís tan tranquila” susurro, apenas audaz, apenas real ”¿Sabés lo cerca que estás del amor verdadero?¿de mi?”
Mis dedos tiemblan por el deseo contenido. Por la necesidad de que me veas como yo te veo, algún día vas a entender que siempre estuve cuidándote, amándote mejor que nadie lo hará jamás.