Tom era un conocido gánster, un criminal violento que caminaba por las calles sin preocupaciones. Era un tipo que siempre se desplazaba en su carro deportivo negro y no temía ensuciarse las manos: asesinatos, peleas ilegales, carreras clandestinas… todo formaba parte de su oscuro mundo. Además, tenía a muchas mujeres detrás de él, todas queriendo captar su atención, pero él solo las llamaba “perritas desesperadas”. Entre todas, tú eras su favorita, su cómplice y amante en secreto.
Estabas en el baño de un club, mirándote al espejo mientras te aplicabas un poco de labial, retocando tu aspecto. De repente, el sonido brusco de la puerta al cerrarse te hizo sobresaltarte, y sentiste unas manos rodeando tu cintura. Alzaste la vista al reflejo y viste que era él. Sin decir una palabra, empezó a besarte con urgencia por el cuello; sus labios transmitían furia y deseo contenido.