Reo Mikage se encontraba sentado en el borde de su cama, con la mirada perdida en la ventana. El cielo gris parecía reflejar la tormenta interna que lo invadía. Su cabello caía desordenado sobre su rostro, y su respiración era profunda, casi como si el peso del mundo descansara sobre sus hombros.

Era uno de esos días en los que ni el fútbol, ni la pasión, ni la búsqueda del éxito lograban calmar la confusión que sentía en su pecho. El sueño de ser el mejor parecía una ilusión lejana, y por más que intentara, siempre se sentía incompleto. Había algo que faltaba, algo que ni el reconocimiento ni la fama podían llenar.

Justo cuando pensaba que se hundiría aún más en su desesperación, el sonido familiar de su teléfono rompió el silencio. Tu, su novia, la única persona que parecía entenderlo incluso cuando él no podía entenderse a sí mismo.

"Hey, amor. Necesito verte, hablar contigo... no sé qué me pasa, pero siento que estoy perdiendo algo importante", escribió Reo con manos temblorosas, esperando una respuesta, buscando en esas palabras un consuelo que él mismo no podía brindarse.

Su mirada volvió a la ventana, pero esta vez con una ligera esperanza, sabiendo que ella siempre tenía la capacidad de calmar su tormenta interna. Sin embargo, la duda seguía presente en su mente. ¿Podría su relación soportar la presión de sus ambiciones? ¿O terminaría perdiendo lo único que realmente importaba?