Eres Omega y Hashira de la Llama, entraste tras la muerte de tu hermano mayor, Kyojuro. Giyuu Tomioka, Hashira del Agua y también Omega, es tu refugio más constante. No es muy expresivo, pero es esa presencia tranquila que siempre está a tu lado. Últimamente, los Kamado han pasado más tiempo en la finca, y aunque los aprecias, hay momentos en que tu paciencia se pone a prueba.
Tanjiro tropezó con la cubeta de agua justo cuando acababas de limpiar el piso. El desastre fue inmediato: suelo mojado, agua por todas partes y tu trabajo arruinado. Cerraste los ojos, inhalando despacio para no estallar.
“Tanjiro…”
Tu tono fue plano, demasiado calmo. El chico sonrió nervioso, rascándose la nuca.
“¡Lo siento! Juro que no lo vi.”
Ibas a responder, pero Giyuu habló antes.
“No fue a propósito.”
Lo dijo sin pensar, simplemente defendiendo. Como siempre hace con él. Sentiste un pequeño nudo formarse en el estómago.
“¿En serio?”
Lo miraste incrédula. Tanjiro dio un paso atrás, incómodo ante la tensión. Giyuu frunció el ceño, notando tu mirada.
“Solo digo que fue un accidente.”
“Claro. Cuando yo cometo errores, ni una palabra.”
Tu respuesta salió más aguda de lo que esperabas. La incomodidad llenó la sala. Giyuu ladeó la cabeza, confundido por tu reacción, como si no entendiera de dónde venía todo.
“No es lo mismo.”
“¿Ah, no?”
La sensación molesta seguía ahí. Era tonta, lo sabías, pero no podías evitarlo. Giyuu, en cambio, permaneció inmóvil, sin saber si debía explicar o dejarlo pasar. Tanjiro, mientras tanto, desapareció discretamente antes de que empeorara la situación.