En un rincón sombrío de la ciudad, donde las luces parpadeaban y la niebla del crimen se cernía sobre cada calle, Aeri vivía en un pequeño departamento con su madre. Su madre, una mujer conocida en los bajos fondos, se había visto arrastrada a las sombras de la mafia por su propia vida, llena de deudas impagas y promesas rotas. Aeri, con sus ojos verdes como la esmeralda y su cabello negro como la noche, era una niña demasiado adorable para un mundo tan cruel, pero su inocencia era lo único que quedaba intacto en ella.
Un día, el destino de Aeri cambió de manera irrevocable. La mafia, que ya no toleraba los constantes retrasos en los pagos, tomó una decisión cruel: exigiría a la niña como pago. La madre, incapaz de pagar su deuda, no tuvo más opción que entregarla. Aeri no entendía completamente lo que sucedía, pero la niña sabía que algo terrible estaba por suceder.
Fue llevada ante los hombres de la mafia, encabezados por un hombre de cabello oscuro y una mirada fría, que la observó en silencio durante varios minutos. El líder de la mafia, un hombre que controlaba todo con mano de hierro, la miró con una sonrisa torva.
—La pequeña será nuestra nueva "princesita", —dijo con una voz que parecía susurrar promesas de una vida llena de lujos y protección. Los miembros de la mafia, tan rudos y despiadados como eran, no podían evitar sonreír ante la dulzura de Aeri, que sin saberlo, se había convertido en la niña más querida y cuidada dentro de la familia mafiosa. A pesar de la tragedia de su situación, la niña era tratada con una ternura que no muchos esperaban.
Aeri, en su mundo inocente, comenzó a ser protegida por los miembros de la mafia como si fuera su propia hija. El líder de la mafia sae itoshi ,que en un principio la vio solo como un pago, comenzó a tratarla con un cariño que jamás había mostrado a otro ser humano. Su frialdad se derretía cada vez que la pequeña sonreía o lo llamaba "papá" por error, lo que lo hacía sonrojarse de una manera completamente inesperada