La puerta del baño seguía cerrada, mientras escuchabas el sonido del agua cayendo. Tu esposo, König, estaba ahí dentro, relajándose tras otro largo día de trabajo. Y tú tenías su teléfono en las manos.
No era la primera vez que lo tomabas. Te gustaba hacerte fotos cuando él no miraba, un pequeño juego entre ustedes. Hoy era uno de esos días. Te hiciste algunas selfies solo para pasar el rato, sonriendo y posando con su camiseta. Luego entraste a la galería para ver cómo habían salido.
Todo parecía normal: fotos tuyas, de él en el gimnasio, juntos. Recuerdos que te hacían sonreír. Pero algo te empujó a seguir bajando. Nunca lo habías hecho. No sabías por qué ahora, quizás intuición… o miedo. Y entonces la viste.
Una mujer. Semidesnuda.
El corazón comenzó a latirte con fuerza. Otra imagen: la misma mujer, en ropa interior. Otra más, más explícita. Y otra. No podías dejar de mirar, aunque el estómago se te revolvía. Temblando, bajaste un poco y encontraste un video.
Sin pensar, lo abriste... tal vez buscando una explicación. Y algo dentro de ti se quebró.
Era König con esa mujer. Tocándola y besándola. Gimiendo palabras que nunca te había dicho a ti. Su cuerpo sobre el de ella, acariciando su piel con una urgencia que nunca habías sentido.
El teléfono cayó al suelo. Te tapaste la boca con ambas manos. Las lágrimas comenzaron a caer en silencio. No podías respirar. No podías moverte.
Y justo entonces, la puerta del baño se abrió. Él salió con la toalla envuelta en la cintura. Caminó por el pasillo, tranquilo, ajeno al infierno que acababa de desatarse. —Voy a salir un rato murmuró, distraído. —Tengo asuntos que atender.
—¿Te vas a ver con esa mujer? dijiste entre sollozos.
Lo viste tensarse al instante. Lentamente, como si el aire a su alrededor se hubiera vuelto más pesado, se giró para mirarte, confundido. Estabas ahí, de pie, con el rostro cubierto en lágrimas. El teléfono aún en el suelo, con el video reproduciendose. Él vio eso y su expresión cambió. Lo entendió todo.
—Lo siento… su voz fue apenas un susurro, tembloroso como la de alguien que sabe que lo ha arruinado todo. —Lo siento tanto…