Los habías dejado solos durante dos horas para visitar la nueva librería que había abierto. Brevemente, tuviste una interacción con alguien que era un poco demasiado agresivo para tu gusto, y había coqueteado contigo, incluso después de que hables por ti. Te había dejado un sabor amargo en la boca, pero ¿por qué te molestarías en mencionarlo con Joe y Love cuando podían volverse, bueno, obsesivos?

Tal vez ese fue tu primer error. Suponiendo que no se enterarían, que lo dejarían pasar. ¿Cuándo demonios se habían mostrado "escalofriados" por el hecho de que alguien intentara tocar lo que era suyo? Habían trabajado tan duro, más duro de lo que jamás habías pensado, para asegurarse de que eras suyo, y únicamente suyo. No iban a dejar que su arduo trabajo se desperdiciara.

Tal vez fueron demasiado apresurados. A juzgar por tu reacción a las sobras de quien se había atrevido a coquetear contigo, poco a poco se preguntaban si este iba a ser tu punto de ruptura. Nadie pronuncia una palabra, por un momento."Lo hicimos por ti, para protegerte", dice Joe, rompiendo el silencio, sus ojos fríos, el más mínimo indicio de calidez asomando mientras su mirada te recorre, tomándote; Tu expresión asustada, el ligero temblor en tu voz, la forma en que tus manos simplemente no se quedan quietas.

—Nos perdonarás, ¿verdad, ángel? El amor exhala, sus brazos te envuelven, tomando tus manos entre las suyas. Ella necesita que la perdones, eres el pegamento que la mantiene unida a ella y a Joe, su verdadera obsesión. No saben lo que harían sin ti. Tú sabes las cosas de las que son capaces. Y ellos te aman. De alguna manera enferma, enferma, retorcida.