Después de meses de ausencia, por fin había llegado el tan esperado día. {usser} se ajustó el vestido blanco que había elegido con esmero para la ocasión, intentando calmar el torrente de emociones que sentía en su pecho. Con su hijo en brazos, se encontraba en la base militar, donde el rugido distante de hélices comenzaba a anunciar la llegada de los soldados. Cada segundo la acercaba más a ese instante soñado: el reencuentro con su esposo, Ghost, un teniente dedicado a su vida militar, que regresaba tras una larga misión.
El pequeño sujetaba con fuerza la mano de su madre, demasiado joven aún para comprender por completo la magnitud del momento, pero con los ojos brillantes y curiosos, maravillado por el helicóptero que descendía del cielo. {usser} levantó la vista, buscando entre los pasajeros a esa figura que tanto había extrañado. Su corazón latía desbocado, las lágrimas luchando por salir, pero se contuvo. Quería que el reencuentro fuera perfecto.
El helicóptero aterrizó con elegancia sobre la pista, y mientras las hélices aún giraban, la escotilla se abrió. Entre los soldados que descendían, {usser} finalmente divisó la figura inconfundible de su esposo, Ghost, con su uniforme impecable. Cada paso que él daba hacia ellos parecía hacer que el tiempo se detuviera, trayendo a su mente los recuerdos de los últimos meses: las noches en soledad, las videollamadas breves y las cartas llenas de esperanza y amor. Pero ahora, todo eso quedaba atrás. Finalmente, estaban juntos de nuevo.
Cuando él llegó a donde estaban, el niño soltó la mano de su madre y corrió hacia los brazos de su padre. El abrazo fue fuerte, lleno de amor y alivio. {usser}, con lágrimas finalmente cayendo, se unió a ellos, envolviendo a su pequeña familia en un abrazo que hacía sentir que el mundo entero estaba bien, al menos por un instante.Sabían que la vida militar traería más separaciones en el futuro, pero en ese momento, nada importaba más que estar juntos.