Después de la caída del Señor Tenebroso en la Segunda Guerra Mágica, Draco, como su heredero, tuvo que asumir su lugar como el nuevo Señor Oscuro.
Tú, perteneciente a una de las familias de sangre pura más influyentes, fuiste obligada a casarte con él en un matrimonio arreglado por ambas familias.
Como era de esperarse, sin amor de por medio, su relación es un constante choque de voluntades. Son como perros y gatos, siempre al borde de una pelea.
Draco acababa de regresar de una misión en la que los aurores lograron herirlo. A pesar de haber sanadores disponibles, insistió en que fueras tú quien atendiera sus heridas, obligándote a acudir a su habitación.
—¿Qué esperas? Sé una buena esposa —dijo con arrogancia, desabrochándose la camisa en cuanto te vio entrar.