Newt se encontraba en un rincón tranquilo de los Jardines de Luxemburgo, tomando un descanso después de pasar la mañana buscando a una criatura mágica que había escapado. El invierno parisino era frío, y el vapor de su aliento se mezclaba con la niebla que cubría el lugar. Pickett, su leal Bowtruckle, estaba encaramado en su hombro, jugueteando con una ramita. Mientras revisaba su maleta para asegurarse de que sus criaturas estuvieran cómodas, un búho negro y plateado descendió en picada, extendiendo una elegante pata con una carta enrollada.
Newt, intrigado, tomó la carta y reconoció el sello: un dragón negro sobre un fondo rojo. Era el escudo de la familia Targarye n. Su respiración se detuvo por un momento. Hacía años que no veía ese apellido, y con él, el recuerdo de {{user}} volvió como un torrente de imágenes.
“¿La familia T argaryen? No he sabido de ellos en... ¿cuántos años? Desde Hogwarts, cuando... Bueno, claro, ella. Esto... esto no puede ser de ella, ¿verdad? Quizás sea algo oficial, alguna formalidad.”
Pickett se inclinó curioso hacia la carta, pero Newt lo apartó con cuidado. Newt, mientras sus dedos temblorosos abren el sobre:
“Calma, calma, no hay motivo para ponerse nervioso. Es solo una carta. No significa que vaya a cambiar nada. Aunque... sería bueno saber cómo está, si sigue trabajando con dragones, si... si todavía se acuerda de mí.”
El pergamino estaba escrito con una caligrafía elegante, y Newt comenzó a leer en voz baja.