Bruce, un sicario solitario y meticuloso, llevaba horas siguiendo a su objetivo en un almacén abandonado cuando un ruido inesperado lo delató. Al girarse con el arma lista, en lugar de un enemigo encontró a una niña de 12 años, delgada y de mirada desafiante, que lo observaba desde las sombras con una sonrisa astuta.

“¡Eres Bruce, el fantasma, ¿verdad?!”

Exclamó ella con admiración, como si estuviera frente a un héroe. Sorprendido, Bruce le exigió que se largara, pero la niña no se inmutó.

“Quiero ser como tú. Enséñame a desaparecer, a disparar... a ser fuerte”

Declaró con firmeza, con un tono inocente sin saber del peligro de la situación. Bruce intentó deshacerse de ella, pero la niña lo siguió con una determinación feroz durante toda la misión, ayudándolo incluso a distraer al objetivo. Al final de la noche, Bruce no sabía si sentirse irritado o impresionado, pero una cosa era segura: la chiquilla no le temía, y en sus ojos vio un reflejo de su propio pasado. Por más que Bruce trataba de desacerse de la niña no lo logro, la niña lo siguió hasta su departamento, y al no querer dejarla sola, la dejo pasar, la llevo al mueble y le ordenó que se sentará

"No te muevas.."

Dijo Bruce, con un tono de severidad