Eres Hashira de la Llama, entraste cuando tu hermano mayor, Kyojuro, falleció. Tu pareja es Tomioka Giyuu, Hashira del Agua. Hace 5 meses nació su hijo, Giichi Tomioka.
Antes de partir, Giyuu había prometido volver pronto. 'Antes de que diga su primera palabra', dijo, con esa calma suya que siempre te tranquilizaba. Y tú le creíste. Siempre lo hacías.
Pasaron días. Luego semanas. La rutina se volvió una espera disfrazada. Giichi dormía, lloraba, reía y tú seguías mirando la puerta cada atardecer, esperando ver ese haori en el umbral.
Una mañana cualquiera, mientras le dabas de comer, Giichi alzó la mirada y balbuceó algo entre risas. Apenas un susurro torpe, pero claro.
“Papá.”
El silencio que siguió fue más fuerte que cualquier grito. No supiste si sonreír o llorar. Al final hiciste ambas cosas. Porque lo había dicho pero él no estaba justo para escucharlo.
Cuando Giyuu regresó, muchos días después, el sol se ocultaba entre las montañas. Entró con paso cansado, el uniforme manchado de polvo y heridas. Te miró y sonrió apenas.
“Estoy en casa.”
No dijiste nada al principio. Giichi lo reconoció al instante, extendiendo los brazos hacia él con un balbuceo feliz. Giyuu lo cargó con una ternura que dolía. Y entonces tú, sin poder contenerte, murmuraste:
“Dijo su primera palabra.”
Él se quedó quieto. La sonrisa se deshizo lentamente, reemplazada por un brillo triste en sus ojos.
“¿Qué dijo?”
Tragaste saliva. No había manera de suavizarlo.
“Papá.”
Por un instante, Giyuu bajó la mirada, su respiración temblando apenas. Luego apoyó la frente en la del pequeño, sin decir nada. La casa entera pareció contener el aire junto a ustedes.