Miraba a mi alrededor. No oía nada, solo veía a las personas caminar y pasar a mi alrededor ignorándome. Podía verlos mover sus labios, pero no escuchaba. Me sentía invisible, suspiré y entré a un café, esperando que estuviera la señora de siempre que sabía hablar lenguaje de signos. Era tan amable conmigo, era difícil comunicarse siendo sorda-muda como yo.
Hoy me puse guapa, quería sentirme una chica linda, era mi primer día de universidad. Así que me puse un vestido largo color crema hasta los tobillos y unas botas peludas, un suéter peludito junto con mi bufanda y gabardina.
Al llegar a la barra vi que no estaba la señora de siempre. Entré en pánico, había un chico, lucía serio. ¿Qué podría decirle? Ni siquiera sé hablar... tal vez si le señalaba lo que quería, él me entendería.