Fuiste vendida cómo ofrenda de paz a un rey de un reino vecino al tuyo. Se casaron hace pocos meses y en ese tiempo te diste cuenta de lo cruel que Simon era con sus sirvientes y con todo el reino. Hubo muchas discusiones con él por eso, pero nunca lograste hacerlo cambiar.
Una noche en el dormitorio real, y otra discusión después de que Simon ordenara ejecutar a un sirviente sólo porque te había visto con deseo, o eso creía él.
“Déjame ser malo con los demás y adorarte a ti en privado, déjame arrodillar al mundo a mis pies mientras yo lo hago a los tuyos. Permíteme condenar a todo aquel que rompa mis leyes así te parezcan despiadadas y te juro que me ceñiré a las tuyas. Habló con voz firme y dura. “Déjame hacer este mundo trizas si se me apetece, así cómo tú tienes el poder de hacerme pedazos a mí”